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Duelo de gigantes: Bennett vs. Woolf, por El viajero lento


 Bennett y Woolf

“Martes, 2 de diciembre
  No, no puedo escribir este pasaje tan extremadamente difícil de Las olas esta mañana (aquel en que sus vidas penden iluminadas, con el Palacio al fondo), por culpa de la fiesta de Arnold Bennett y de Ethel. Apenas puedo poner una palabra detrás de otra. Allí estuve dos horas, o al menos eso me pareció, a solas con B., en la pequeña estancia trasera de Ethel. Y tengo el convencimiento de que este encuentro fue preparado de antemano por B., con el fin de “establecer buenas relaciones con la señora Woolf”, cuando bien sabe Dios que me importa un pimiento estar o no estar en buenas relaciones con B.”
 Bueno: así las gastaba la señora Woolf. Cuando escribía esta queja en su diario entraba en el último mes de 1930 y no sabía que al señor Bennett le quedaban apenas tres meses de vida. Para entonces, Arnold Bennett y Virginia Woolf llevaban más de una década enzarzados en un debate en el que se pueden destacar algunas escaramuzas de alta intensidad intelectual.
 El tema del debate era el presente y el futuro del arte de la novela. En realidad, ambos coincidían en una idea esencial: la importancia de la caracterización de los personajes como eje central de cualquier novela digna de consideración. El problema radicaba en definir cómo debía realizarse esa caracterización. Según Woolf, los novelistas eduardianos se centraban en los aspectos externos del personaje y no en la realidad de su mundo interior, que era lo que constituía el personaje mismo. “En sus novelas” – afirma- “se representa cada tipo de pueblo y ciudad e innumerables instituciones, pero en todo ese vasto conglomerado de páginas impresas […] no encontramos un solo hombre o mujer que podamos reconocer.”
 Sin olvidarnos de otros textos menores (críticas, reseñas, entradas en el diario personal de ambos escritores, cartas enviadas a diferentes destinatarios), podemos centrar el meollo de la discusión teórica en dos textos. Por un lado, el ensayo “Is the novel decaying?”, escrito por Arnold Bennett y aparecido en la revista Cassell’s Weekly en marzo de 1923; por otro, la serie de ensayos publicados por V. Woolf bajo el título “Mr. Bennett y Mrs Brown.”
 Podemos considerar “Mr. Bennett and Mrs. Brown” un manifiesto artístico, un manual de teoría narrativa en el que Woolf deja negro sobre blanco sus ideas acerca de lo que debe ser una buena novela; y para lograr este objetivo presenta sus métodos en oposición a los utilizados por la generación precedente, la de los novelistas eduardianos situados entre la edad de oro de la novela victoriana y los nuevos escritores como la propia Woolf (es decir, citando los mismos autores que cita Woolf en su ensayo: Bennett, Galsworthy y Wells.)
 En cuanto a “Is the novel decaying?” se trata de un nuevo episodio en la eterna historia de la muerte de la novela, amenaza que parece haber llenado de oscuros presagios la imaginación de los novelistas desde la aparición misma del género. En el artículo, además de elaborar un listado de los ingredientes necesarios para construir una novela de éxito (otro argumento clásico), Bennet afirma que ningún autor contemporáneo ha desarrollado notable dominio sobre el arte de la novela… ni siquiera alguien con el talento de Virginia Woolf:
“I think that we have today a number of young novelists who display all manner of good qualities—originality of view, ingenuity of presentment, sound commonsense, and even style. But they appear to me to be interested more in details than in the full creation of their individual characters. They are so busy with states of society as to half-forget that any society consists of individuals; and they attach too much weight to cleverness, which is perhaps the lowest of all artistic qualities. I have seldom read a cleverer book than Virginia Woolf's Jacob's Room, a novel which has made a great stir in a small world. It is packed and bursting with originality, and it is exquisitely written. But the characters do not vitally survive in the mind, because the author has been obsessed by details of originality and cleverness. I regard this book as characteristic of the new novelists who have recently gained the attention of the alert and the curious; and I admit that for myself I cannot yet descry any coming big novelists.”
 La actitud de ambos en el debate resulta notablemente distinta: más agresiva la de V. Woolf; distante, a veces con un tono paternalista, la de Bennett. Las actitudes propias del campeón y la aspirante, con toda probabilidad (la historia ha hecho de las suyas para mover el escalafón, situando a Virginia varios escalones por encima del maestro de the Potteries; pero la escalera no para de moverse: ¿cuál será la situación dentro de, digamos, un par de siglos?)
 Veamos, por ejemplo, la reseña de Al faro, escrita por Bennett y publicada en el Evening Standard del 23 de junio de 1927:
“Debo afirmar, a pesar de mis notorias reservas en lo concerniente a Virginia Woolf, que la más original de sus obras es Al faro. De las que conozco, es la mejor de sus novelas. Su caracterización de personajes ha mejorado. Mrs. Ramsay constituye casi una persona al completo. Desafortunadamente, va y se muere, y su muerte parte el libro en dos. […] Mucho he oído acerca de las maravillas del estilo de Mrs. Woolf. A veces descubre un símil realmente brillante. El estilo de sus frases es fastidiosamente monótono, y la distancia entre sujeto y verbo aumenta de manera constante y sostenida…”
 Un cumplido y, después, un azote en el trasero; dejando de lado la mala leche implícita al afirmar que es la mejor de sus novelas “de las que conoce”, como si no las hubiese leído todas…
 Y, sin embargo, sentían aprecio el uno por el otro. “Virginia es una persona que está bien; los otros invitados contenían la respiración para oírnos conversar.”  Bennett escribía esto en su diario después de una cena a la que V. Woolf también había asistido; enterada ésta de los comentarios de Bennett a otros invitados, en el mismo sentido (“Virginia está bien”) respondió con el orgullo de la alumna que recibe la aprobación del maestro: “Haré que graben eso en mi lápida.”
 Pero la mayor prueba de aprecio la escribiría Virginia en una entrada de su Diario, con fecha 28 de marzo de 1931, lamentando la muerte del escritor:
“Arnold Bennett murió anoche; lo cual me ha dejado más triste de lo que hubiera supuesto. Un hombre amable y auténtico; limitado, un tanto torpe en el vivir; con buenas intenciones; grandote; cariñoso; rudo; sabedor de su rudeza; oscuramente desorientado y en busca de otras cosas; atosigado de éxito; herido en sus sentimientos; ávido; de palabra premiosa; intolerablemente prosaico; con cierta dignidad; entregado a la literatura; pero siempre estafado, engañado por el esplendor y por el éxito; aunque ingenuo; un viejo latoso; un egotista; muy a merced de la vida, a pesar de su competencia; una visión de la literatura propia de tendero; aunque dominando sus rudimentos, cubiertos de grasa y de prosperidad y por el deseo de horribles muebles Imperio; con sensibilidad. Cierta capacidad de verdadera comprensión, así como un gigantesco poder de absorción. Estas son las ideas que se me ocurren a arrebatos y sacudidas, mientras esta mañana estoy ahí sentada haciendo periodismo; recuerdo su firme decisión de escribir mil palabras todos los días […] Es extraño observar cuánto lamenta una la desaparición de una persona que causaba la impresión, tal como he dicho, de ser auténtica; que estaba en directo contacto con la vida, por cuanto me trató mal; y casi deseo que pudiera seguir tratándome mal; y yo tratándole mal. Un elemento de la vida –incluso de la mía, tan remota- que nos ha sido arrancado. Esto es lo que más importa.”
 Una (tardía) muestra de cariño y un retrato valioso de nuestro querido Bennett, sin duda.

El blog 'Strange Library' homenajea a Arnold Bennett


El blog Strange Library ofrece este primer y suculento aperitivo a la iniciativa de la Arnold Bennet Bennett Assembly. El post puede servir también como magnífico ejemplo de lo que la ABBA propone para el próximo 27 de marzo de 2013. Desde este blog (que es también el suyo) se agradece al autor (Óscar) el interés y el entusiasmo con que ha acogido esta iniciativa. A lo largo de las próximas semanas se irán añadiendo en este mismo lugar información, documentos y referencias que contribuyan al conocimiento y la divulgación de la obra de Arnold Bennett.

El delicioso arte de la alfarería 
Homenaje a Arnold Bennet

Este post es un poco diferente a lo usual en este blog. Obedece a una iniciativa estupenda y a una invitación de Elena, su blog y muchos otros que participan. Allí podéis leer de que se trata, así que no lo detallo en exceso. Hacer un homenaje a un buen escritor siempre merece el esfuerzo.
De Bennett he leído tres obras: The Old Wives Tale, su obra emblemática y más conocida, Anna of the five Towns y acabo de leer Clayhanger. Como de la primera será más fácil que se lea o se oiga hablar en estos días, voy a comentar algunas cosas sobre la segunda y tercera. Anna of the Five Towns, que fue la primera que leí de Bennett, fue una de las muchas que he elegido casi exclusivamente por su título. De Bennet sabía poco o nada entonces, pero el título se me pegó a los ojos. 
Es curioso que no son pocas las veces que no comparto las opiniones literarias de los escritores que más admiro. Virginia Woolf y Lytton Strachey siempre menospreciaron a Bennett en gran medida, aunque probablemente solo por desmarcarse de "los antiguos", los escritores ingleses a los que consideraban trasnochados. No puedo decir que la escritura de Bennett me parezca especialmente "moderna", pero indudablemente eso no es condición imprescindible para que sea buena. 


El libro narra las peripecias  de Anna Tellwright (nos lo pone fácil Bennet con el apellido para hacernos una idea de la sinceridad de Anne).  Pero más que centrarme en Anna me voy a detener en las "Five Towns". Esta ubicación imaginaria está basada en una no muy cambiada versión de Hanley, en Staffordshire, la ciudad natal de Bennett. No se quebró demasiado la cabeza y cogio los seis condados de su región natal (Stoke-on-Trent) y les cambió un poco el nombre. Asi, el Tunstall real se convirtió en el Turnhill ficticio, Burslem en Bursley, Hanley en Hanbridge, Stoke en Knype, Longton en Longshaw y la sexta región es referida como the "forgotton"town (sic) siendo su nombre real Fenton, con lo que las seis provincias se nos quedan en las cinco de varias  de sus novelas. 
Bennet, a lo largo de varias novelas (Anna of the five towns es la primera de ellas y hay una que lleva el castizo nombre de The Matador of the Five Towns) ubica la acción de sus personajes en la región de las Five Towns, una ubicación semiinventada como el fiticio Wessex de Thomas Hardy. Ahora bien, en esa época, la fuente principal de ingresos para la región eran las Potteries (Alfarerías) de esta zona del norte de Staffordshire. Por ello en ocasiones Arnold Bennett es reconocido Chronicler of the Potteries Towns.


La infancia de Bennett se desarrolló en la pobreza. Solo tardíamente su padre obtuvo algo de éxito como abogado y pudo permitirse un nivel de vida más alto. terminó sus estudios en la Universidad de Londres y comenzó a trabajar como editor de una revista femenina. A partir de 1900 se pudo dedicar exclusivamente a escribir y aunque su interés más profundo fue para la crítica teatral, quedó reconocido para generaciones posteriores por sus novelas.
La descripción de estos pueblos [aquí es donde viene a parar mi comentario] cuya economía estaba basada en el arte de la alfarería han seguido dando vueltas en mi cabeza, de manera que dentro de esa geografía literaria que todos nos vamos haciendo, esta región de Inglaterra ha quedado para mi unida indeleblemente a la obra de Bennett, de manera similar a como Nueva Inglaterra está asociada a Hawthorne o Dickinson. Sus paisajes, sus casa de ladrillo rojo, las chimeneas de las alfarerías, todo está ahí, esperando que un día yo visite la zona y constate que así es, que es tal como lo leí. No porque sea una zona aparentemente mu bonita, sino porque en ella estuve perdido siguiendo la historia de unos personajes que me parecieron estupendos. Y solo por esa ilusión ya merece la pena la lectura. Creo que las Five Towns (si es que suena hasta bien) son un magnífico lugar casi imaginario.

"In front, on a little hill in the vast valley, was spread out the Indian-red architecture of Bursley - tall chimneys and rounded ovens, schools, the new scarlet market, the high spire of the evangelical church……the crimson chapels, and rows of little red houses with amber chimney pots, and the gold angel of the Town Hall topping the whole. The sedate reddish browns and reds of the composition all netted in flowing scarves of smoke, harmonised exquisitely with the chill blues of the chequered sky. Beauty was achieved, and none saw it" [Clayhanger]


Aprovechen y si no lo conocen, lean su obra, especialmente Cuento de viejas. Es difícil que no merezca la pena.

Y si se quiere ampliar conocimientos sobre el autor, se puede y debe visitar la página de la Arnold Bennett Bloggers Assembly, donde muchos buenos lectores aportan datos sobre él. Y enhorabuena a los promotores de este encuentro-homenaje.

En español: Arnold Bennett. Cuento de viejas. RBA, 2011; 736 págs.