Para buenaventura de los lectores que buscaban
hace tiempo esta obra entre los volúmenes de celulosa compacta y amarillenta que
pueblan las librerías de lance –búsqueda errabunda e infructuosa, en la mayoría
de los casos–, la editorial Impedimenta desentierra el Enterrado en vida
de Arnold Bennett. Es el libro de esta primavera. No solo de esta primavera
–qué digo–, de muchas más, pues su recuerdo, una vez leído, es indeleble. ¿Que
no me creen? ¿Que lo dudan? Vale. Pero no duden de que yo dude, porque yo no
dudo, yo afirmo, sentencio, proclamo. Desde que leí en la ya clásica colección
de la Biblioteca Personal Borges esta deliciosa novela, su antihéroe, el
entrañable Priam Farll, entró a formar parte, directa e inamoviblemente, de mi
particular galería de personajes literarios de ficción. Y entrar en ese selecto
club no es –ya se lo aclaro– fácil ni rápido. Requiere reunir unas condiciones,
comportamientos y desventuras que solo unos pocos caracteres atesoran y
despliegan. Requiere unas duras oposiciones por parte de los aspirantes. Así
que, les repito, no duden de que yo dude. Tampoco dudarán ustedes cuando
conozcan al pobre Priam. Tiempo al tiempo.
En España, la presencia en
librerías de este gran autor que es Bennett se ha limitado a la que se considera
su obra maestra, Cuento de viejas
(Editorial RBA, 2011), en su línea narrativa mas seria. Ahora viene a sumarse a
la oferta este clásico de la novela cómica inglesa –Bennett cultivó este género
con varios títulos inolvidables–, impagable por lo que de satisfacción y
bienestar nos reporta a nuestro sistema nervioso central. En esta flamante
edición, Impedimenta rescata, con feliz criterio, la traducción de Vicente Vera
(aparecida ya en la edición de Calpe, de 1921), que ha sido revisada y
actualizada por José C. Vales (colaborador habitual de la editorial de Enrique
Redel), y que transmite de modo admirable el tono humorístico –a veces un tanto
surrealista– y grácilmente irónico de la novela. El mismo Vales escribe también
un estudio sobre el autor, su producción y su contexto literario. Pero lo más
importante de esta edición, y lo que supone una verdadera apuesta por su
consistencia bibliófila, es que incluye –aunque esto no se refleje en la
cubierta, sí en la portada interior (tendrán ustedes que abrir el volumen si
quieren comprobarlo)– un airoso prólogo –a mi juicio– titulado «Priam
Farll y el antídoto perfecto para la timidez», a cargo del señor Barbusse
(aunque firmado, eso sí, con su seudónimo urbano). Digresiones aparte, lo que
les puedo decir con absoluta seriedad es que quien se haga con esta edición,
tendrá una verdadera joya, pues los ingredientes con los que se ha arropado –y
los cocineros que han cocinado– tanto contenido como continente de la obra son
de la mejor calidad y buen gusto.
Y la airosa cubierta, añadiría yo, está sin duda a la altura del contenido.
ResponderEliminarElena Rius
Me gusta mucho que las editoriales cuiden tanto las ediciones, con prólogo, estudio del autor, etc. La cubierta (como siempre que hablamos de Impedimenta) es fantástica. El libro promete, sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo.